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martes, 21 de octubre de 2008

CONAF APOYA A COMUNIDADES INDIGENAS DE TIRUA PARA ESTABLECER HUERTOS CON PLANTAS MEDICINALES
Con más de 200 variedades de plantas medicinales y árboles nativos cuenta la huerta que la comunidad Ponotro mantiene en el terreno de Ana Yevilao Marihuen, en la comuna de Tirúa. Las plantas están aún pequeñas, pero dentro de dos años se espera que den sus primeros frutos. “Con las plantaciones forestales, las comunidades perdieron áreas importantes de hierbas medicinales y árboles nativos. Ahora los hemos ido recuperando y, de alguna forma, esto nos permitirá mantener nuestra cultura, nuestra identidad, y compartirla con los turistas.
Además, significará un aporte económico importante”, señala la presidenta de esta comunidad.Esta recuperación del Lawen, que en lengua mapuche significa remedio, forma parte del proyecto “Recuperación de un espacio eco-cultural medicinal” que impulsa la Corporación Nacional Forestal, CONAF, en las comunidades Ponotro y Francisco Namuncura, del sector de Quidico, en Tirúa, a través del Programa Orígenes.
Este proyecto tiene cinco objetivos. El primero, reestablecer un bosquete nativo con especies diversas tanto de interés, cultural, biológico y medicinal. En segundo lugar, recuperar un Lawen, con el propósito de disponer de un área de producción de hierbas y plantas medicinales. Cuarto, coordinar capacitaciones para la identificación, establecimiento, usos y tratamientos de las hierbas y árboles con fines medicinales. Y, por último, que la comunidad reconozca los agentes tradicionales medicinales mapuches, como la Machi y la lawentucheve o yerbatera.
Hace tres años, CONAF diseñó el Modelo Forestal Intercultural Mapuche, MOFIM, cuyo propósito es recuperar el sueño de las comunidades respecto a la madre tierra y a la biodiversidad. Bajo esa visión, es que los programas que CONAF aplica en las comunidades de las provincias de Arauco y Bío Bío, se adecuan a las necesidades de las mismas.
El encargado del Programa Orígenes en CONAF, Mauricio Véjar, explica que “luego de las etapas previas de diagnósticos, talleres participativos con varias comunidades indígenas de la Comuna de Tirua, con la finalidad de distribuir los recursos de inversión destinados a las comunidades participantes de la segunda fase del programa Orígenes, algunas de ellas, entre las cuales se encuentran las comunidades Francisco Namoncura y Ponotro, decidieron establecer estas experiencias de recuperación de especies nativas y herbáceas con fines medicinales, religioso y cultural, bajo el enfoque de su propia cosmovisión, para ello la Corporación sirve como facilitador para llevar acabo este tipo de proyectos, junto con los diversos actores presentes en el territorio de la comuna, como el caso de la Municipalidad, Conadi, entre otros”.
La elección de las plantas para el Lawen resultaron de los talleres organizados en forma conjunta con CONAF y por el Programa de Salud Intercultural llevado a cabo por el Consultorio de la Municipalidad de Tirúa. Allí las mismas comunidades decidieron plantar boldo, canelo, matico, culén, borraja, llantén, toronjil y limpia plata, entre otras.Claro que cada comunidad dará un uso distinto a estas plantas medicinales, según su visión cultural.Manejo forestal y recuperación del LawenLa comunidad Francisco Namoncura posee un predio de 100 hectáreas. Este es aprovechado en forma comunitaria por las treinta y siete familias que componen la comunidad. De ellas, diecisiete cuentan con terrenos agrícolas con superficies que van desde las 2 a las 42 hectáreas, destinadas a cultivos tradicionales como la papa y el trigo.
Actualmente el uso de este predio es netamente forestal. Allí se cuenta con 75,3 hectáreas de plantaciones forestales, el resto del terreno corresponde a sectores a reforestar, caminos, pequeños sectores de agricultura de subsistencia y sectores de protección de quebradas y cursos de agua.Otras 6,5 hectáreas se destinan a la restitución y mejoramiento de sectores de protección de quebradas, donde CONAF y el Programa Orígenes apostaron por un enriquecimiento del sector, a través de plantaciones suplementarias de diversas especies de árboles nativos de interés ambiental, cultural, religioso y medicinal.También dentro del mismo sector de protección de quebrada se considera el establecimiento de hierbas medicinales en un área de 0,5 hectáreas, con el fin de recuperar la pérdida del Lawen. Si bien aún quedan hierbas medicinales en el territorio, se plantea la preocupación por mantener un uso sustentable en el tiempo, ya que las condiciones ambientales han desmejorado considerablemente en las últimas décadas, siendo un punto importante la pérdida del bosque nativo.Para Jorge Colil Lepuman, presidente de la comunidad, el apoyo de CONAF ha sido fundamental en el establecimiento de un sitio medicinal: “Estamos muy agradecidos con la Corporación y con el Programa Orígenes, porque aún cuando estas instituciones tienen sus programas de trabajo, han respetado nuestras visiones y aspiraciones, sobre todo en el aspecto cultural de nuestros pueblos, y la recuperación del Lawen es uno de ellos”.Agrega que el entusiasmo de la comunidad fue fundamental a la hora de efectuar los trabajos de plantación y cercado del predio. “Y eso se debe a que la gente comprendió que, junto con rescatar la medicina mapuche, este Lawen y los árboles nativos que se plantaron nos traerán utilidades, tanto por la venta de las hierbas como de la madera nativa. Por lo menos hay una esperanza de que en un par de años obtendremos algún provecho económico”, destacó el dirigente.La inversión de este trabajo en la comunidad bordea los 800 mil pesos, monto que es aportado por el Programa Orígenes. Pero la comunidad también aporta la suyo: mano de obra para la plantación, herramientas y el cuidado y mantención de las mismas.Medicina y belleza, gracias al Lawen El establecimiento del Lawen también entusiasmó a la comunidad de Ponotro.La comunidad decidió destinar 0,2 hectáreas de su territorio para establecer el sitio medicinal. “No es una superficie muy grande, pero es un comienzo, y eso nos tiene motivados.
En ese sentido, CONAF y el Programa Orígenes nos abrieron los ojos, porque veíamos al ngillatún como lo principal para nosotros, pero estábamos descuidando lo vital, lo esencial, que son los recursos naturales; esa es la base de nosotros como mapuches. Porque en los recursos naturales encontramos las medicinas, el centro religioso y todo nuestro centro”, explica Ana Yevilao Marihuen, presidenta de la comunidad.Esta comunidad cuenta con terrenos preferentemente agrícolas, cuya superficie promedio no excede las 2,8 hectáreas por familia. Estos terrenos son destinados a cultivos tradicionales como papas, trigo y arvejas para venta en grano seco.Para efectos del Lawen, se comenzó con la construcción de un cerco perimetral para evitar el ingreso de los animales. Posteriormente, se inició el enriquecimiento con plantas arbóreas nativas de diversas especies, además de las hierbas medicinales.
Mientras recorre su pequeña huerta, Ana Yevilao, enfermera de profesión, cuenta que tras años de vivir en Santiago decidió regresar a su tierra. Dice que es una deuda pendiente con sus antepasados y que ahora, con sus conocimientos, pretender aportar para el desarrollo de su comunidad: “Mi deseo es transmitir a mi gente un nuevo enfoque de lo nuestro. El establecimiento de estas plantas medicinales es un primer paso. Una vez que éstas crezcan, queremos elaborar cremas y gotarios en base a estas hierbas. Queremos capacitarnos en eso, porque la idea es vender estos productos en una ruca que se está construyendo cerca de nuestra comunidad”.
La inversión del Programa Orígenes es de 550 mil pesos. Y al igual que en el caso de Francisco Namuncura, esta comunidad aporta con mano de obra para la plantación, también para la construcción, cuidado y mantención de cercos, además de mantener la humedad necesaria para las plantas, a través de riego permanente.
Tanto la presidenta de la comunidad Ponotro, como el representante de la comunidad Francisco Namoncura, reconocen el apoyo técnico y económico de CONAF y del Programa Orígenes. Pero reconocen que son las mismas comunidades las responsables del mantenimiento de estas obras y de su aprovechamiento futuro. “Queremos una vida mejor. Tenemos la esperanza y la energía, sólo tenemos que ponernos manos a la obra“, puntualizó Ana Yevilao.
FUENTE: CONAF